Si en tus manos tuvieras un libro que contara la historia de tu vida, ¿leerías el final?
viernes, 29 de enero de 2016
Cruzando palabras
Entras al lugar sin ninguna preocupación, casi ni recuerdas lo que había sucedido ahí en los últimos días, así que todo se siente como un simple día normal.
Para cuando sales de los vestidores y te dispones a comenzar el entrenamiento del día no esperas siquiera encontrarlo, tus ojos no se molestan en buscarlo alrededor. Caminas, te hidratas un poco y giras al lugar indicado.
Ahí está, se voltea y sus miradas se cruzan. En esos momentos olvidaste por completo lo que era sentirse nervioso, estás tan metido en tu rollo de tranquilidad que te sale tan natural decirle: "¡Hey, qué tal!" Para tu sorpresa él responde de la misma manera, un saludo normal, tal cual y como un par de compañeros de clase se saludarían. Camina hacia ti y te da la mano, ahí te das cuenta que es educado y con modales. Le sonríes y él continúa la charla casual como si nada pasara: "¿Hoy toca pierna?" Con esa misma normalidad le dices: "No, brazo. ¿A ti?" - "Me tocó brazo y pierna" Responde, entonces te sientes tranquilo con el fluir de la pequeña conversación y dices: "Oh, haces ambos en un día" - "Sí, pero lo bueno es que ya voy a terminar" Contesta con satisfacción, ahí es cuando de pronto una parte de tu interior se desanima un poco, "¿Significa que ya se va?" Piensas, pero es obvio que no vas a decirle eso, así que simplemente lo animas y para no cerrar la charla tan incómodamente le preguntas: "Estás ocupando aquí?" -"No, adelante" Y así ambos se disponen a continuar con su rutina.
A los pocos minutos él camina detrás tuyo mientras tú levantas unas pesas y te dice: "Nos vemos, que acabes pronto" - "¡Hasta luego, que estés bien!" Es todo lo que logras decirle debido a que se retira a hacer un poco de cardio del otro lado del gimnasio para después irse.
Ahí es cuando piensas en todo lo que acaba de suceder. Te sientes satisfecho porque oficialmente puedes llegar y saludarlo cuando lo veas, así como despedirte de él sin sentirte raro o fuera de lugar. Te sientes bien de haber cruzado unas cuantas palabras que; aunque fueran pocas, te llenaron de tanta energía positiva que te encuentras sonriendo. Pero al mismo tiempo te sientes ansioso por querer verlo de nuevo y cruzar más y nuevas palabras con él, pero es fin de semana y posiblemente no sea hasta el lunes cuando eso llegue a pasar...
Sigues sin saber su nombre, pero esa paz interna te dice que no llevas prisa.
Así, sin conocerlo, sabes que es amable, educado y gentil.
Una simple charla corta.
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