Erre, el enamoramiento

Existe esta persona de la cual aún no conozco su nombre, por lo que vamos a llamarle... "Erre".
Vi a Erre por primera vez no hace mucho tiempo (un par de meses atrás), y desde ese momento captó toda mi atención como a un imán. Desde entonces me topo a Erre muy seguido, de unos tres o cuatro días a la semana debido a que llegamos a coincidir en nuestros horarios de gimnasio. Admito que me es inevitable mirar a Erre de reojo cada vez que puedo, y me asusta creer que me ha llegado a cachar haciéndolo en un par de ocasiones... pfff...

Con los días descubrí que Erre me resulta demasiado atractivo, y cuando he podido verle de más cerca ha logrado ponerme muy nervioso... ¡Dios! ¿Cuántas repeticiones llevaba? ¡Casi se me caen los brazos! ¡Concéntrate, maldición!

No sé nada de la vida de Erre, no sé siquiera a qué portería le tira (damn!), o si ya tiene pareja, vaya, ni siquiera conozco su nombre.

Erre no tiene idea de lo que me provoca, de lo tímido y estúpido que puede volverme simplemente con el hecho de entrar al gimnasio cuando yo ya estoy ahí, esperando como imbécil a ver si ese será un día de los que me lo topo, o uno de los que no...

Posiblemente nunca lleguemos a hablar, muy probablemente ni siquiera exista la remota posibilidad de que Erre se fije en personas de mi género y yo sólo esté haciéndome inservibles ilusiones...

Así de tonto se ve una víctima de los sentimientos,
el arma más peligrosa del mundo,
el enamoramiento.